El Progreso
Por: L.F. Nikho
Opinión
Pg. 3
En estos últimos años, los habitantes de la comuna San José de la ciudad de Manizales, hemos visto de qué manera se ha ido transformado la geografía del territorio que habitamos: lo que antes eran cuadras enteras de casas, negocios y ranchos, ahora es un amasijo de barro invernal, escombros y casas semiderruidas que todavía están de pie, mientras el progreso de las avenidas se va haciendo cada vez más grande.
Y es que el progreso es la idea que nos han vendido con eso de la renovación urbana; y entendemos entonces, que el progreso es ensanchar las avenidas para que haya mejor fluidez en el tráfico de automóviles, a costa, inclusive, del patrimonio de quienes por años, fueron forjando con su trabajo y sacrificio, lo que hoy se conoce como la comuna San José. Ningún dinero podría comprar el legado histórico de una comuna que fue estirpe de grandes acontecimientos, en el surgir de esta ciudad desafiante que los herederos de la enjundia antioqueña, o sea, nosotros, no hemos sabido mantener.
Se ha castrado la historia del modo más miserable: y aunque el progreso llega con inmensas transformaciones que aparentemente deberían de ser para bien, parece que aquí no aplica esa afirmación, pues sólo basta poner el billete y luego la maquinaria, para que el famoso progreso cumpla las expectativas de quienes se sentirán beneficiados, que en todo caso, no son los habitantes de la sufrida comuna.
Pero bueno, nos vamos dando cuenta que de esa tajada comen muchos, y que son pocos los verdaderamente sensatos para saber hacia dónde va el agua turbia del ya nombrado progreso. Mientras otros, bajo un color político, a través de una cruda conveniencia, enarbolan la bandera de las causas de los menos favorecidos, como quien quiere pescar en río revuelto para hacer alarde de un patético liderazgo, que no es más que el disfraz del ser convenenciero que lleva por dentro.
Aunque claro, no se puede generalizar respecto al “lagartismo”, de quienes quieren atrapar mentes insensatas para chuparles la sangre hasta secarlos; también existen los verdaderos luchadores impregnados de liderazgo, que sin tanta alharaca y sin tanto exhibicionismo, tienen las ideas claras de hacia dónde nos lleva el progreso impuesto en esta comuna. Sin duda, todavía la comunidad no los ha reconocido, precisamente porque no están contaminados del vergonzante: yo te doy, si tú me das. Pero sin duda, la rueca de la historia los hará salir a flote en el momento adecuado.
La mala planificación, la falta de claridad, el atropello y hasta el engaño sistematizado, han sido el pan diario que nos hemos tenido que comer durante todo este tiempo, mientras los unos les echan las culpas a los otros, palabras van y vienen como en un juego de tenis, los habitantes de la comuna San José, en el medio, soportando los males, las promesas y la incertidumbre de todo este maremágnum que nunca fue propiciado por nuestra propia voluntad, aguantamos la hecatombe porque, como marionetas, nos enredan los hilos para ser obedientes a las manos que nos dirigen.
Quién sabe de dónde habrán sacado la idea del progreso para esta comuna; quién sabe bajo qué conceptos se maquinaron un futuro mejor para nosotros, sin tenernos en cuenta para asumir decisiones que nos afectarían. El hambre de poder carcome hasta lograr los objetivos y se vale de sus mejores galas, de las más impresionantes artimañas con tal de saciarse hasta que tenga que irse para otro lugar.
Si el progreso es acabar con la historia para que transiten automóviles, si es transformar territorios de gente amiga y vecinos de toda la vida, si es incomodar al que estaba cómodo o dar falsas esperanzas al iluso, si es ignorar las laderas maltratadas que deben tener mantenimiento antes que un túnel o una avenida o un puente grande, si el progreso es ignorar las casuchas de esterilla que sufren en invierno o arden en verano, entonces, el progreso es un dolor que solamente nosotros entendemos…